Se emplea el criterio que recomienda la UE que contempla no sólo los niveles de facturación sino también el valor de balance general, a fin de evitar la distorsión que genera la aplicación de criterios distintos por parte de las empresas al contabilizar los ingresos de explotación. De este modo, se distingue entre Microempresas (facturación y valor de balance inferior a 2 millones de euros), Pequeñas (ingresos o balance de 2 a 10 millones de euros), Medianas (facturación de 10 a 50 millones de euros o valor de balance comprendido entre 10 y 43 millones de euros), y Grandes (ingresos más de 50 millones de euros o balance superior a los 43 millones de euros.